martes, 4 de noviembre de 2008

cinco estrellas



CINCO ESTRELLAS
un cuento de
RAFAEL CRUZ

Miguel, unos cuarenta años –“justo en la mitad del camino de nuestra vida”-, en la ducha de la suite de un hotel lujoso de cinco estrellas canturrea. Sobre la cama un gran desastre de ropa –sábanas, unos jeans, camisetas-. Una guitarra acústica y el ordenador portátil, completan el paisaje de la cama, ¿metáfora del estado de su cerebro? Oímos a Miguel, desde la ducha, intentando encajar una letra a la melodía aunque no haya manera:

Estoy, como siempre, buscando la sabiduría
En el camino pedregoso del que ya no salgo
Porque ya lo he visto, ya lo conozco, porque
Ya sé que está ahí y ya no puedo decirle basta…

¡Fuck, esto es un tormento! Son terribles estas, estas canciones que incluyen palabras como “sabiduría”, “camino”… Lo dicho, un tormento… y lo peor es lo de ¡“pedregoso”!

Miguel finalmente sale de la ducha obsesionado con la canción, con la ya maldita canción. Ahora trata de bailar y gritar la melodía en el cuarto de baño mientras se seca con el albornoz. Encima del armario del baño hay desplegada una verdadera “UVI” móvil entre medicamentos, cremas y potingues. Miguel es muy coqueto y exigente con su salud, con su belleza e higiene personal. No ha dejado de bailar y de cantar –en realidad cree que bailando será más fácil que le encaje la letra-, en plena euforia sale a la habitación y se encuentra la suite –con las cortinas corridas- en profunda y serena penumbra. Ya son las nueve de la mañana y por una de las cortinas de los balcones de la suite entra un rayo de luz tempranero y blanco. Miguel se asoma al rayo, ahora en silencio y se ducha, de nuevo, en el rayo matutino. Despojado del albornoz, desnudo, Miguel continua en silencio dentro de una inquietante pausa. Silencio. Pausa y silencio. Abre de par en par la cortina para que la luz inunde la suite y cuando se dispone a abrir el balcón, observa en el cristal, aterrado, la silueta de alguien sentada en un sillón cercano a la cama. Se gira de golpe. Esta fue poco más o menos la conversación que mantuvo Miguel con la silueta:

MIGUEL
¡Joder! Qué susto, ¡Qué susto Daniel! ¿Cuánto tiempo llevas ahí sentado?, ¿Cómo coño has entrado?, ¿Quién te ha abierto la puerta?

DANIEL
No me apetece recordarte que esta habitación la pago yo. ¿Qué pasa Miguel? Llevas tres días sin aparecer por el estudio.

MIGUEL
¿Tres días?

DANIEL
Tres días.

MIGUEL
No puedo, no sé de qué habla. Hay un “camino” hacia la “sabiduría”, todo muy zen, pero no encaja. Debe ser porque es “pedregoso”.

DANIEL
¿Pedre…?

MIGUEL
Déjalo.

DANIEL
Como quieras Miguel pero sólo nos queda el día de hoy… el ingeniero mañana por la tarde viaja a Nueva York para grabar con U2, el estudio en el que estamos, que por cierto lo pediste tú, tiene cola y multitud de grupos están esperando que nos vayamos para entrar ellos.


MIGUEL
No hacía falta venir hasta aquí para recordarme lo que ya sé.

DANIEL
Yo creo que sí. A los artistas hay que recordaros que vivís en un mundo real. Tienes el móvil apagado y has dado la orden en recepción de que no te pasen llamadas.

MIGUEL
Daniel, mírame, soy Miguel, no me hables como a un artista idiota y snob. Soy Miguel, MI-GUEL ¿Cuántos años nos conocemos?, ¿Diez?, ¿Once? ¿Cuánto dinero ha ganado la compañía con nuestra música? No hace falta, de verdad, que vengas hasta aquí a recordarme cuál es mi trabajo o a recordarme cuál debe ser mi sentido de la responsabilidad.

DANIEL
Quería asegurarme de que no habías desaparecido. Acaba ya. Me pasaré por el estudio esta noche para recoger el material. -Daniel sale rápido de la habitación. Vuelve-:

DANIEL
Estás en el estudio de grabación del mundo que me pediste, en el mejor hotel de cinco estrellas de la ciudad, compórtate como tal. ¡Sé un artista de cinco estrellas también!

-Ahora sí que sale Daniel de la suite con paso rápido. Miguel, como puede, se tumba en la cama de la suite. Mira el techo. Palpa la guitarra y la atrapa hasta hacerla sonar e interpretar la melodía de la maldita canción que le falta para acabar el disco. Intenta de nuevo encajar la letra sin éxito. Lanza la guitarra sobre la moqueta blanca del suelo y agarra una libreta que hay en la mesita de noche para corregir aspectos de la letra –como por ejemplo “camino” y “sabiduría” pero sobre todo “pedregoso”…garabatea en la libreta. Busca la guitarra de nuevo y coteja las notas de la libreta… sin éxito. Vuelve a la libreta, tacha, apunta, vuelve a tachar, para tirarla, al final, contra una pared. Empezará de cero otra vez se dice a sí mismo. La conversación con Daniel le había dejado más preocupado de lo que él creía. ¿Cuánto tiempo llevaba luchando contra los falsos artistas?, ¿Contra falsas imposturas del mundo del rock&roll? y ahora ¿Era él también el acusado? Acusado de no estar a la altura del tren de vida en el que iba subido desde hacía ya algunos años. Miguel estaba con la mala sensación de no haberle dicho a Daniel todo lo que pensaba de verdad de las estrellas del rock&roll que en realidad eran fraudes aunque, por otro lado, ¿quién era él para pontificar sobre quién o quiénes son verdaderas estrellas del rock&roll? Había tenido ya más de un rifi-rafe con periodistas por sacar fuera de contexto declaraciones suyas que le dejaban con el culo al aire ante determinados compañeros a los que profesaba verdadera devoción. Sí que es verdad que después de veinte años tocando y grabando por el mundo entero se había subido a un tren de vida de alta velocidad que incluía apartamentos en París, Londres y Nueva York. Viajes siempre en Business Class, alojamiento en los mejores hoteles del mundo. Vacaciones insospechadas en islas del caribe siempre que la agenda se lo permitía para él, su novio y cualquier miembro de la familia que le viniera en gana. Cuando estaba en gira le enviaban al camerino fruta silvestre de los lugares más exóticos que alcanzaba a sugerir, también las giras las hacía acompañado de un fisioterapeuta, de un asistente personal que hacía las veces de secretario –, cuando se trataba de su novio también hacía las veces de amante-. El tren incluye una modesta gran colección de arte contemporáneo con varias piezas de Daniel Hirst, varias de los abstractos expresionistas americanos más significativos y hasta una video-instalación de Bill Viola. Incluye también una ruinosa productora cinematográfica que ha aupado carreras tan “cools” como las de Spike Jonze pero que, evidentemente, sólo han arrastrado grandes pérdidas económicas. Al tren se han subido bandas de música, para ser representadas por Miguel, que ni siquiera han soportado la presión de aguantar su primer año de existencia y el lanzamiento de su primer disco. Miguel, compositor de las letras y vocalista, Pedro guitarra y compositor de las músicas y Luís, bajista llevaban juntos, sin embargo, la friolera de veinte años. Veinte años soportándose y soportando giras mundiales agotadoras –carreteras, hoteles, infidelidades-, promociones con cientos de entrevistas ¡al día! y encierros en estudios para haber podido sacar al mercado al menos una docena de discos.

En ese preciso momento suena el teléfono de la habitación del hotel –Dígame, ¿No habíamos pactado que no recibía llamadas?, ¿Quién?, ¿Pedro? Vale, vale, pásemelo, ya imagino que lleva tres días llamando… ¿Pedro?... Hola… ¿Tú también has hablado con Daniel?... Se ha ido de aquí hace media hora… Sí, a mí también me ha soltado la barra de la canción que falta y la del artista de cinco estrellas... Pedro, escúchame… ¿Crees que no sé que falta una canción? pero si Daniel nos ve juntos en esto no tendrá más remedio que apoyarnos para quitar la canción del disco y se acabó el problema. En definitiva nadie sabe cuantos tracks llevaba este disco, y en este punto Miguel suelta una risotada sardónica… ¿Cómo? No te oigo Pedro… ¿Cómo?... ¿Cómo es aquello de orejas que no escuchan, corazón que no siente? Y Miguel suelta otra risotada sardónica. Sí, sí Pedro ya he acabado… La risa de Miguel desaparece y se transforma en un gesto adusto, sin duda la ha “cagado”, sin duda ha metido la pata con Pedro… lo siento… oye vale, de acuerdo, no había pensado que podía ser tu canción favorita, vale… ya me he dado cuenta que estoy solo en esto, vamos a dejarlo, intentaré acabar la canción antes de que pase Daniel para recoger el material… Oye Pedro no… yo no voy por la vida arrasando a nadie ni a nada, llevamos veinte años juntos y las hemos visto y pasado de todos los colores… y aquí estamos Pedro, esto es sólo una crisis más… ¿Qué quieres que haga, que me arrodille ante ti, ante “don integro” para que me bendiga con su maravilloso sentido de la ética? Vamos, no me jodas Pedro. Espérame en el estudio hasta que llegue con la canción y nos pongamos a grabar… Sí, ahora ya se ha convertido en algo personal… ¿cómo?... ¿que encienda el móvil?... tienes razón, ahora lo encenderé…

Miguel se sentía vapuleado. El sistema dentro de la banda siempre había sido el mismo, Pedro componía las músicas de las canciones y Miguel las letras. Se habían respetado el sistema de trabajo y jamás habían sufrido las injerencias del otro.

Sin embargo ahora Miguel tenía la extraña sensación de haber entrado como elefante en cacharrería y de haber roto ese hilo invisible que unía el pacto tácito que tenían desde hacía veinte años Miguel y Pedro. Sabía que la había jodido con Pedro y ahora quería arreglarlo acabando la canción a toda costa. Pedro siempre se había situado en las antípodas de Miguel, así funcionaba, no musicalmente, puesto que se complementaban a la perfección, sino vitalmente. Pedro, era simplemente Pedro, la antiestrella por antonomasia. Nada de lujos, nada de exabruptos con la prensa, nada de poses en definitiva. Pedro, sin duda, es uno de los mejores guitarristas del mundo y el cincuenta por ciento del éxito de la banda. No se le conocen excentricidades, al contrario, siempre ha colaborado en proyectos de manera altruista si él consideraba que musicalmente merecía la pena. En la actualidad, además de la banda, andaba embarcado en una gira mundial muy selectiva con cuatro guitarristas más pero nada de estadios llenos, nada de merchandising… Salas de cuatrocientos espectadores como máximo, hoteles de medio pelo, clase turista en los aviones ¿Por qué lo hacía entonces? Por crecimiento artístico suponía Miguel. Lo que ya no le ofrecía la superbanda se lo ofrecían este tipo de pequeños proyectos donde se medía con músicos nuevos, con públicos exclusivos y entendidos pero, sobre todo, donde se medía consigo mismo. Miguel admira esta faceta, sabe que es una de las claves del éxito de la banda –el afán de superación de Pedro que le mantenía siempre hambriento, musicalmente hablando, y el amor a su profesión- veinte años después. “¿Era eso entonces?” se machacaba Miguel “el hambre musical… había perdido el hambre musical desde que se subió al lujoso tren de vida de las estrellas del rock&roll”. Ahora, sin embargo, sospecha que no acabará nunca la canción, se le hace muy cuesta arriba abrazar la guitarra y el cuaderno para acabar la canción. El plazo se acaba y Pedro no se lo perdonará jamás, a Daniel se le llenará la boca de nuevo con aquel juego de palabras de mal gusto del hotel de cinco estrellas para un artista de una estrella. Miguel está mirando a su alrededor para percatarse de algo que ya le había traído problemas con su novio Rafa más de una vez; estaba la televisión encendida, la radio del hilo musical del hotel encendida, la prensa abierta, el cuaderno de letras abierto, la guitarra, desafiante, fuera de su funda abierta y cuando estaban en casa aún era capaz de atender a su novio… aunque Miguel sabía que ese no era el problema, estaba acostumbrado a componer así y con más frentes abiertos. Era lo que Rafa llamaba “el caos entrópico de Miguel”. Rafa era un buen físico, especialista en termodinámica y en muchas ocasiones, al lado de Miguel, no había podido evitar sentirse parte de ese caos entrópico que la estrella del rock&roll era capaz de generar a su alrededor.

Miguel ya ha terminado de vestirse y, aunque sabe que está mareando la perdiz, está dispuesto a bajar al comedor del hotel para desayunar. Abre la puerta, se gira para contemplar su caos entrópico una vez más y al girarse de nuevo:

MIGUEL
¡Rafa!

RAFA
Hola cariño.

MIGUEL
¿Qué?... ¿Qué mierdas haces aquí?

RAFA
Gracias por lo de mierda ¿Me vas a dejar entrar?

MIGUEL
Pasa cielo. -Al tiempo que Miguel se aparta de la puerta-. Es sólo que hoy ya es el segundo susto de muerte que me llevo. -Rafa, sin duda, venía de viaje pues llevaba un troli con las etiquetas del aeropuerto. Nada más entrar a la habitación ya está “cerrándole” todos los frentes abiertos de su caos entrópico. El hilo musical, el cuaderno. Miguel, que ya había reflexionado previamente sobre su caos entrópico, está rápido de reflejos y cogiendo el mando de la televisión intenta apagarlo, sin éxito-:

Nunca sé cómo coño van estos chismes, por eso siempre acabo dejándolos encendidos… no sé apagarlos. Parece realmente esforzado aunque sin resultados.

RAFA
Sí, cariño. Hay que reconocer que lo tuyo no son los electrodomésticos.


MIGUEL
¡Sí! Esto es la rebelión de los electrodomésticos. -Justo en ese momento, el televisor ha conseguido dejarlo en la opción de MUTE, es decir, sin voz. Se abalanza Miguel sobre Rafa y arroja lejos el mando de la televisión. Se besan apasionadamente-. ¿No me vas a decir qué haces aquí? Sabías perfectamente que no acabo hasta mañana. ¿No te habrá enviado ese desgraciado de Daniel?

RAFA
Hablé con él pero no me envía Daniel… joder Miguel grabar te pone paranoico.

MIGUEL
¿Qué?

RAFA
Nada.

MIGUEL
¿Nada?

RAFA
Nada, no he dicho nada… ¿No te parece suficiente motivo que lleves ya tres días el móvil apagado y que no pasen llamadas a la habitación por orden tuya?

MIGUEL
¿Tres días?... Ah sí, ya, me lo recordó hace un rato Pedro.

RAFA
¿Has hablado con Pedro?

MIGUEL
Sí, hace un momento –contesta Miguel sin darle mayor importancia, hace un momento… –mira el móvil- a través del teléfono de la habitación.

RAFA
Vaya, él sí que ha conseguido burlar tu propio cordón “policial” y te puedo asegurar que es un cordón implacable. -Un silencio se adueña de la pareja, un silencio largo, prolongado pero nada incómodo. Un silencio que no hay que confundir, en este caso, con una pausa. Las pausas inmovilizan pero Rafa y Miguel se miran y se sienten más cerca que nunca el uno del otro… las pausas inmovilizan pero este silencio es distinto-.

MIGUEL
¡Dios! Cómo te quiero. Sabrás disculparme ¿verdad? Se me fue la olla… no imaginaba que hubieran pasado tres días.

RAFA
No pasa nada, en otra época ya sabes que hubiera enviado al ejército… pero ahora creo en ti. Me llamó Pedro, me llamó Daniel y me metieron el miedo en el cuerpo. No sabía qué hacer. Ellos pensaban que podías estar conmigo, que te podías haber fugado conmigo, así que… así que me he cogido un avión para averiguar qué pasa.






MIGUEL
No puedo acabar el disco Rafa… supongo… supongo que llevo tres días aquí encerrado –sin hombres, sin tabaco, sin alcohol, sin drogas- trabajando duro y nada y … para colmo, me he llevado un buen chorreo de Daniel y otro de Pedro.

RAFA
El chorreo que te haya pegado Daniel me lo paso yo por… No me preocupa pero el de Pedro sí… porque Pedro te estima… te estima de verdad.

MIGUEL
Eso fue hace ya mucho tiempo, cuando todavía nos admirábamos él y yo.

RAFA
¿Y crees que ya no te admira? ¿Crees, de verdad, que no te admira todavía?

MIGUEL
Pedro es demasiado íntegro para admirar a alguien como yo… a alguien que “ha vendido su alma”…

RAFA
¿Y qué hace todavía en la banda?, ¿Dinero? Ya no lo necesita, hace mucho tiempo que no necesitáis dinero ninguno de los tres. Después de firmar el contrato millonario más suculento de la historia del rock&roll ninguno necesita dinero ni lo necesitará. ¿Pedro? Pedro, Pedro es “don íntegro” sí pero ¿Te crees que no admira el trabajo que haces?, ¿Te crees que no admira tu capacidad de llenar estadios? Vamos, despierta ¿Cuánta gente llena hoy en día un estadio? ¿U2?, ¿Rolling Stones?, ¿El Boss?, ¿Bob?, ¿Quién más? VO-SO-TROS ¿Y quién te crees que los llena?, ¿Don Pedro con su famosa “integridad”? O te suenan palabras y conceptos como TRAYECTORIA, FIDELIDAD y COHERENCIA. Observa cómo te mira cuando estás en el escenario, se le cae la baba… te admira más que a nadie. Es tan fácil vivir al lado de la gran estrella y decir que te mantienes integro. ¿Has visto Ciudadano Kane?

MIGUEL
No sé, a veces pienso que Pedro cree que desde que firmamos con la multinacional no he vuelto a tener hambre musical.

RAFA
¿Y por qué no se lo preguntas? Ahora parece esto una película de boxeo. “HAMBRE MUSICAL” ¿En qué revista lo has leído?, ¿En el Rock de Luxe?, ¿En la Rolling Stone? Cada uno de los dos sois como sois y ya le habéis demostrado sobradamente al mundo entero que juntos os complementáis como nadie. ¿Cuántos de los grupos que has apadrinado han llegado al año de existencia cuando han llegado los momentos difíciles?, ¿Ninguno?, ¿Tienes acaso un radar para captar ineptos? -Aquí Miguel suelta una carcajada, está recordando porque se enamoró de Rafa-. ¿No será que trabajar en equipo es muy difícil? Vosotros dos lo habéis sabido hacer precisamente porque hay respeto y admiración mutua. -Ahora a quien admira Miguel es a Rafa por su apoyo incondicional, por su lucidez, por ponerle palabras a la confusión-. ¿Dónde está Daniel?




MIGUEL
No lo sé, estuvo aquí para hacer una broma sobre mis estrellas como artista. Vino a decirme que soy un artista de una estrella alojada en un hotel de cinco.

RAFA
Y tiene razón.

MIGUEL
Acaso yo no…

RAFA
No Miguel, esta vez no has estado a la altura. No pasa nada, o sí, pero no has estado a la altura.

MIGUEL
Pero yo, yo siempre he criticado esas poses… ¡Siempre!

RAFA
Pues entonces no te comportes así y acaba la canción, yo me voy y te espero dando un paseo por la ciudad, te espero y nos volvemos a casa.

MIGUEL
Es que estoy perdido, no me surge nada… me… me he secado como una fuente.

RAFA
En ese caso enfréntate a Daniel y a Pedro, y al resto del grupo y marchémonos ya a casa ¿Cuál es el problema? No me sueltes el rollo del hambre musical porque no cuela. En cuanto a la pose de estrella que tanto has criticado, sí… eres una estrella lo quieras o no y la mayoría de músicos de todo el mundo se cambiarían por ti. ¿Qué hay de malo en ser y vivir como una estrella? A mí me gusta vivir con una. Gracias a “la estrella” hemos conocido a creadores increíbles, nos hemos codeado con grandes personalidades de la política, hemos estado en sus casas, con sus familias. Te han confesado que te admiran… te has acostado con quien te ha dado la gana. No lo niegues, yo hubiera hecho lo mismo. Pasa en todos los sitios; la literatura, la universidad, los hospitales, cómo no va a pasar en el rock&roll. Cierra los ojos, confía en mí. Cierra los ojos e imagina que no vendes ni un disco ni una entrada más a un concierto. Imagínalo. -Una angustiosa pausa se ha hecho ahora entre Rafa y Miguel…sin silencio. Miguel, con los ojos cerrados, no reacciona. La pausa se hace insoportable e irrespirable, al final Miguel reacciona-:

MIGUEL
Eso no pasará nunca.

RAFA
Eres un divo insoportable… Sólo imagina por una vez que eres una persona vulgar y corriente como cualquier otra. Ahora tu mente está llena de escorpiones y no eres capaz de imaginar nada de lo que te planteo pero eso sí que serían escorpiones y áspides. Llevas veinte años en la brecha y sólo tú has visto caer las manzanas de Newton. Eres una estrella, la más alta del firmamento porque, como Darwin has tenido las agallas de hacerte preguntas. Eres el puto amo y no es nada fácil ¿Verdad? Nos proteges a todos los tuyos como el padre Moisés en el desierto y vas pagando todos los peajes para que no lo hagamos ninguno de nosotros. Relájate y abre los ojos cuando quieras. -Miguel abre los ojos y por azar se cruza con la pantalla de televisión que está todavía en MUTE y con el humorista Andy Kaufman en una de sus surrealistas actuaciones de los años setenta. Miguel se queda hipnotizado mirando la pantalla, mirando las imágenes de Andy en blanco y negro peleando lucha libre con mujeres. Rafa está ya en marcha haciendo la maleta de Miguel-. Lo que más me fastidia de irme de esta habitación es no probar la cama, tiene muy buena pinta. ¿Quieres que te deje fuera algún libro o los meto todos en la maleta? -Silencio. Miguel no pierde detalle de la actuación de la pantalla del absurdo Kaufman-. ¿Llamaremos un taxi o has alquilado coche? Miguel no responde a Rafa. ¿Hay alguien? Esto parecen las llaves de un coche de alquiler… ¿Dónde has aparcado?, ¿Nos vamos?

MIGUEL
La libreta, la libreta de… el cuaderno de letras ¡corre, dámelo! Sácalo de la maleta, sácalo, ¡rápido!


RAFA
Tira mano a uno de los bolsillos del troli de Miguel. ¿Te refieres a este gurruño?, ¿Nos quedamos? -Rafa le alcanza a Miguel el cuaderno de letras-. Nos quedamos.





Man on the moon

Mott the Hopple y el juego de la vida.
Andy Kaufman en el combate de lucha libre.
Monopoly, Veintiuno, Damas y Ajedrez.
El Señor Blassie con su desayuno de rancho.
Juguemos al Twister y al Risk.

Verás el cielo si te sale la cuenta.
Hey, Andy ¿lo pillas? o ¿o te has quedado pillado?
Hey Andy ¿Te estás montando un Elvis? ¿Estamos perdiendo el Norte?
Si te creíste que pusieron un hombre en la luna, un hombre en la luna.
Si te creíste que no tenía una carta bajo la manga, entonces no mola nada.

Moisés fue caminando con su vara de madera.
Newton consiguió el premio a través de la manzana adecuada.
Egipto tuvo problemas por culpa de una serpiente horrible.
El Señor Charles Darwin tuvo las agallas de preguntar.


Aquí hay una pequeña perturbación para los no creyentes.
Aquí hay un pequeño fantasma para el sacrificio.
Aquí hay un área de servicio en lugar de la catedral de San Pedro.
El Señor Andy Kaufman esta en la lucha libre (lucha de osos).

mil cosas

MIL COSAS
un cuento de
RAFAEL CRUZ
En plena crisis financiera de principios del siglo veintiuno, hablo de los años 2008, 2009, 2010 y 2011 hubo artistas, grandes artistas que supieron adaptarse a los malos tiempos y se lanzaron a la carretera con la sola compañía de sus guitarras y el talento. Tocaron en todo tipo de salas porque entendieron que la bonanza de los grandes conciertos se había acabado. Por fortuna me tocó cubrir en Valencia el mejor concierto que he presenciado en toda mi vida a cargo del cantautor británico Pablo, megaestrella de finales de los años setenta y principios de los ochenta. Sé que han pasado ya algunos años pero me gustaría hoy contar lo que pasó aquella noche después del concierto como homenaje a este artista, la distancia de los años hará que no ofenda ya a nadie si hago público lo que ocurrió precisamente después del concierto. Repaso mis notas de la crónica:


Valencia, 27 de octubre de 2008

Llegué a la sala en un taxi y el promotor del concierto salió a la calle para recibirme. Enseguida lo note algo excitado; obvio pues no estaba acostumbrado a tener en su sala a los medios de comunicación de alcance nacional. Fingía naturalidad pero estaba abusando de algo que no gustamos en exceso, los críticos, como es el elogio, pero ojo tampoco nos gusta, en exceso, el desprecio. Echando un vistazo a las notas de aquella noche mágica recordé que el empresario afortunado se llamaba Agustín… Agustín Losada. Acababa de aterrizar en Valencia y Agustín, como buen promotor, ya me estaba repasando las consignas para la entrevista dadas por Pablo.

-Así que ya lo sabe ¿Javier? Es evidente que se estaba haciendo el interesante delante de mí, sabía de sobras cuál era mi nombre, -Javier, le confirmé -No quiere fotos ahora, insistió. -¿Y vídeos? Le inquirí, sólo por tocar un poco los huevos, ya imaginaba que si no quería fotos ahora, mucho menos una cámara de vídeo. – ¡Tampoco!, me dijo, grabadora o cuaderno de notas es a lo único que ha accedido y donde más énfasis ha puesto es en los veinte minutos de duración. A partir de ese tiempo la entrevista se habrá terminado… y le aseguro que lo hará.

Yo seguí interrogando -¿Por qué está tan seguro que la dará por terminada? Aquel Agustín Losada era un auténtico cenizo, era de esas personas que siempre veían la botella medio vacía, de esas personas que sabías a ciencia cierta que, a su lado, sólo te podía pasar algo malo. Sus argumentos eran del siguiente calibre para catalogar a Pablo -Porque desde que ha llegado sólo ha hecho lo que le ha dado la gana. Escucha, me pidieron para él un buen hotel y yo, por deferencia, le he reservado el mejor, pues bien creo que ni siquiera lo ha pisado todavía. Casi en tono de coña seguí taladrando la paciencia de Agustín, -¿Cómo consiguió traer a Pablo hasta aquí?, a Valencia ¿Y a una sala tan pequeña como la suya? No me salen las cuentas. Enseguida llegó el inevitable tuteo -Háblame de tú por favor… afortunadamente no todo son cuentas en la vida, en cualquier caso, le queda un buen caché teniendo en cuenta que viene él solo acompañado de dos técnicos de luz y sonido. En este punto, reconozco que el auténtico Agustín Losada empezó a caerme mucho mejor. - De esa forma, prosiguió Agustín, cuando me enteré que Pablo buscaba sala en España presenté mi candidatura inmediatamente, a través de su agente en Londres. Más tarde me enteré que unas veinte salas más de toda España habían hecho lo mismo. Esta pregunta la hice sin segunda intención, tenía un interés real, -¿Le ha… ¿Te ha comentado por qué seleccionó la tuya? Encogiéndose de hombros Agustín -No, a mí, directamente, no me ha dicho nada pero me gusta pensar que esta sala tiene alma… ya lo entenderás esta noche… hace un par de meses vino un colaborador suyo con una cámara de video y estuvo tomando imágenes de la sala y haciendo pruebas de sonido –ahí me la juego con cualquier sala de España-. A los diez días tenía el veredicto. –Y yo que pensaba que no quedaban promotores de este tipo, ahora Agustín Losada no sólo me parecía un tipo estupendo sino que empezaba a provocarme admiración-. Era alucinante que Pablo estuviera en una sala con tan poca capacidad y de la periferia -¿Ha tenido algún ramalazo de estrella? ¿Ha pedido algo más –a parte del hotel? Seguí preguntando muy en mi papel de periodista -Un coche con chófer, que por las noticias que tengo tampoco ha usado todavía, llegó esta mañana sobre las diez y media al aeropuerto de Manises y pidió venir a la sala directamente. Me dijo con cierta indignación Agustín. El gasto ya estaba hecho y quería amortizarlo. Yo para animarlo le dije -¿No ha parado en ningún momento de trabajar aunque sea para ir al hotel, comer, ducharse y cambiarse de ropa antes del concierto? ¡Y realizar la entrevista!, Resignado Agustín -Me temo que lo hará todo en el camerino de la sala. Yo quería animar más a Agustín -Parece un gran profesional ¿No es así? ¿A qué hora regresa mañana? Interrumpiéndome de golpe- Ha pedido algo más que no sé catalogarlo… Yo, colándome en la línea discursiva de Agustín -Vaya, vaya y ¿Se puede saber lo que ha pedido? Confuso -Me pidió quedarse solo en la sala después del concierto.
Aquí me pilló -¿Solo? -Sí, me ha pedido la sala, al menos tres horas. Qué ingenuo y qué tierno me pareció Agustín Losada. Parece mentira que un promotor de conciertos, da igual que sea de provincias, no comprenda que en el rock&roll es típico que después de un concierto, los artistas se corran una buena farra. -Agustín déjame que te diga que toda la vida se han organizado este tipo de fiestas privadas al finalizar un concierto.
Taxativo Agustín -Nadie, no quiere a nadie después del concierto, ni amiguitas, ni siquiera yo puedo quedarme en mi propia casa. Quiere la sala desierta. Hasta sus técnicos se marchan en el coche que contraté con chófer. Por razones obvias el personal de seguridad de la sala se tiene que quedar. -Yo ya sabía que todo aquello no iba conmigo pues me quedaría de todas las formas, todavía no sé cómo pero tampoco me importaba, de momento. -¿Y tú Agustín?, ¿No tienes ganas, no sientes curiosidad de saber de qué va todo esto?
-No. Negó rotundamente el promotor. -¿No? Incrédulo. -No. Mira Javier llevo muchos años promoviendo conciertos, muchos años programando mi propia sala y ya he visto de todo y seguro que estás de acuerdo conmigo en que un artista funciona en otra frecuencia. Es ofensivo aquello de darles de comer aparte pero por ahí van los tiros. Así que no me interesa encerrarme esta noche durante tres horas porque ni siquiera entenderé el sentido del encierro. A estas alturas Agustín me tenía ganado, era ya una especie de héroe para mí. Están desapareciendo del mapa estos tipos tan respetuosos con el talento de los músicos. Yo, en cualquier caso, iba a saltarme todas las normas del respeto a la confidencialidad y me iba a quedar, escondido, a toda costa. -Pero tres horas dan para mucho, le insistí a Agustín
-Mira Javier, me dijo, yo sólo quiero que ese señor dé un buen concierto esta noche y si para ello necesita la sala tres horas después del recital –aunque sea para cualquier marcianada- no seré yo quien se lo impida. -Agustín vamos, nadie ha hablado de impedir nada. Le dije conciliador. Prosiguió Agustín, -será el único concierto que ofrezca en España y eso prestigia mucho a la sala –vendrá gente de toda España y del extranjero. Me prestigia a mí como promotor. El dinero en este caso queda en un segundo plano. Yo estaba realmente intrigado, -Parece ser que Pablo es un auténtico “gentleman” .Agustín asintió con la cabeza y con toda la máscara facial; era su manera de decir “es un gentleman aunque a mí no me haga ni puto caso”. -¿Por qué se lanza él solo a la carretera a estas alturas?, proseguí. -A estas alturas en las que él ya ha conseguido lo más difícil del público para un músico: FIDELIDAD. Tiene al público más fiel que se conoce, a excepción de los heavys. Minoritario pero fiel como para seguir comprando sus anticuados vinilos. No llena campos de fútbol pero puede aspirar a salas más grandes que la tuya. Aquí me sorprendió Agustín con intimidades de promotor, -No te confundas amigo mío, Pablo lleva un espectáculo para cada tipo de sala. Para salas grandes tipo “in door” se hace acompañar de una potente banda de media docena de músicos de primera línea. Para estadios se junta con un par de grupos más de manera que se garantizan entre las tres bandas un lleno absoluto. Al final se reparten la pasta y cada uno por su camino. Te puedo asegurar que para cada uno de los casos el caché varía ostensiblemente. En mi papel de periodista inquieto -¿Qué es lo que más te atrae de este recital en solitario?
-Ya te lo he dicho antes… el prestigio que reporta organizar un concierto único en España. En cualquier caso ha sido suerte. Mira, Javier no me quiero andar por las ramas y quiero trasmitirte lo importante que es tu presencia aquí. Para las salas de provincia es muy difícil tener acceso a los medios de comunicación con repercusión nacional. Entendí la indirecta que me lanzaba Agustín. -Cubrir un evento como el de Pablo ha merecido la atención y el seguimiento en El País nacional y aquí estoy, de todas formas cuando necesites algo llámame y veré qué puedo hacer. ¿Qué relación tienes con El País Valencia? Aquí fue muy directo -No quiero que te siente mal pero cada día se parece más a un club de amigos, si no estás dentro olvídate. Este mensaje estaba llegando ya por varios lados a la dirección del periódico como una letanía. -Ya, me suena esa historia pero te puedo asegurar que hay una consigna para cambiar esa percepción. La prensa tiene que tomar otra vez el pulso de la calle o de lo contrario estará muy jodida en poco tiempo; ya sabes, periódicos gratuitos, digitales, televisiones encendidas veinticuatro horas en los bares… La prensa escrita se está convirtiendo en algo cada vez más romántico, hay una verdadera sangría en las ventas y en la publicidad y aunque sea un tópico, la crisis no ayuda nada. Entramos en la sala por la única puerta que estaba medio abierta a esas horas de la tarde, es decir, el pasillo de evacuación. Era un corredor muy largo y angosto, ¿Un buen sitio para esconderme esta noche después del concierto? No se veía casi nada pero sí que pude percibir que el sonido que llegaba era el de una prueba de sonido de Pablo. Una guitarra desgranaba las notas de una de sus últimas canciones, Mil Cosas. El pasillo entraba directamente a la sala, justo al fondo quedaba el escenario y allí estaba Pablo que enseguida se apercibió de nuestra presencia. -¿Hola? Dijo Agustín en un estilo indirecto muy gracioso y con la voz como un poco hacia dentro, como en los anuncios de perfume. Pablo desde el escenario
-¿Agustín? Preguntó Pablo
-Pablo, soy yo Agustín, viene conmigo Javier, el periodista de El País. La entrevista ¿Recuerdas? -Que pase, e hizo Pablo un gesto como quien invita a su casa a la vecina anciana del rellano a tomar te y galletas. Avancé por la sala que estaba a oscuras, un par de focos del escenario que estaban encendidos servían de guía. Vislumbré en un lateral unas escaleras pequeñas que supuse eran las de acceso al escenario, pero no, me había equivocado, esas escaleras daban directamente a los camerinos. Pablo se acercó muy amable desde el escenario, me tendió la mano y así fue como subí a las tablas. -Gracias, gracias le repetí, por conceder a El País la exclusiva de su único concierto en España. Le estaba dando los agradecimientos mientras escrutaba el rostro de Pablo y vaya, era de esos rostros al que todavía hoy recuerdas con la certidumbre del que era derrochado por el tiempo. Físicamente, era todo lo contrario, desde el fondo de la sala aún parecería que derrochaba su tiempo. Esto puede parecer una paradoja en mis notas pero no lo es, en el mundo del rock&roll hay abundantes ejemplos; Lou Reed, Iggy Pop, Keith Richards… Pablo tenía las cosas tan claras -Me resulta más cómodo conceder una exclusiva antes que recurrir al sistema de rueda de prensa. Así te garantizas que, al menos, un medio de comunicación va a hacer un seguimiento más exhaustivo de la noticia. He hecho ya muchas ruedas de prensa es esta vida donde te fallan la mitad de medios de comunicación –se esperan a comprar la noticia vía agencias- y la otra mitad envían a periodista que ni siquiera te conocen y que no tienen la dignidad de prepararse la noticia. En este punto tengo que reconocer que me puse un poco a la defensiva. -Si le sirve de algo conozco su trayectoria y soy seguidor suyo. Esta tarde la delegación local enviará un fotógrafo ¿Cuándo le digo que venga? -Justo antes del concierto y que recoja imágenes sólo de las dos primeras canciones. Dijo Pablo. -Esta noche también vendrá el canal cuatro de televisión a tomar imágenes. Esta conversación transcurrió en términos muy profesionales. -Que hagan lo mismo. Insistió Pablo. -Sí, creo que ya han quedado con Agustín. Contesté. Su voz era tan grave que por momentos te recordaba voces como la de Jeremy Irons, era tan grave que te parecía imposible que luego en el escenario Pablo fuera capaz de sacarle tanto cromatismo, tantas gamas pero hablando era imposible no caer víctima de una especie de embrujo. Hasta las cuerdas de las guitarras que había distribuidas por el escenario vibraban cuando Pablo hablaba. Miré de soslayo el reloj para asegurar mis veinte minutos pero enseguida se percató. -Veinte minutos, dijo. -Veinte minutos, repetí yo. Agustín que había permanecido en la oscuridad de la sala surgió de ella con dos sillas, nos sentamos y dimos por empezada la entrevista.


LA ENTREVISTA

JAVIER
Valencia.

PABLO
¿Por qué no?

JAVIER
No está en los circuitos de los grandes conciertos.

PABLO
Pero este no es un mega-concierto. Si hay magia esta noche en la sala no será por la reunión de cien mil almas en torno a un hecho musical, sino por otros temas no menos importantes como la calidad del sonido o la cercanía. –Mientras transcurría la entrevista, dos técnicos que acompañaban a Pablo en la gira no dejaron de trabajar ni un minuto ora tirando mangueras por el escenario, ora arriba de una escalera. -La conexión es otro ejemplo de lo que puede y debe pasar esta noche aquí y que, en otro tipo de salas, canchas, estadios, etcétera, es inviable. Últimamente es lo que más estoy investigando… La conexión.

JAVIER
La conexión.

PABLO
Sí, la conexión. ¿Cuánto tiempo de nuestras vidas lo pasamos sin conectarnos con nada, ni con nadie de verdad? Vivimos la época más contradictoria en ese sentido de todas. Nos “conectamos” virtualmente con gente de todo el mundo aunque no sepamos ni quién son, ni cómo son de verdad y esto luego lo gestionamos cada uno, como podemos y sabemos, en nuestras vidas privadas pero el arte no, el arte no funciona así sino todo lo contrario. El espectador de mis conciertos no puede intuir que va a encontrarse con más de lo mismo que en su vida. Como mínimo, en dos horas de concierto tienen que suceder más cosas que en dos horas de su vida normal. Conozco cómo es el tipo de espectador que viene a ver mis conciertos y, créame, me esfuerzo en que se establezca una auténtica conexión entre la sala y el escenario, entre mi guitarra y yo y entre mi voz y yo. Sé cómo hacer llorar a alguien con mi voz y, si es oportuno lo utilizo.


JAVIER
¿Y lo consigue?

PABLO
Esta noche me lo dice.

JAVIER
Trato hecho.

PABLO
Mire, es muy cómodo culpabilizar de la crisis musical a nivel planetario al público. Es muy recurrido escuchar que la gente no se implica en nada, que no hay respeto por la propiedad intelectual pero la pregunta sería ¿Y tú?, ¿Hasta dónde te has implicado tú? Le aseguro que mis incondicionales no piratean material mío.

JAVIER
Todo esto es muy bonito pero suena un poco a brindis al sol.

PABLO
Le pongo un ejemplo más concreto si quiere. Usted y yo ¿De acuerdo?, ¿Qué espera de mí en esta entrevista?
Yo estaba encantado. Desde que empezó la entrevista me sentía montado en un globo y no deseaba, para nada, otro tipo de entrevista que no fuera la que estábamos teniendo pero decidí entrar en el juego por pura petulancia.

JAVIER
¿La verdad?

Pausa.

Que sea sincero, supongo.



PABLO
Sí, “que sea sincero”, vale. En definitiva es lo que querría todo buen periodista pero para que ello se dé necesitamos que yo ESTÉ AQUÍ de verdad.

Y acentuó “esté aquí”.


JAVIER
… No entiendo.

PABLO
Sí, necesita mi presencia al ciento por ciento, que esté aquí sólo para usted, ese es el principio de la sinceridad. Que no despiste mi atención supervisando a mis técnicos por ejemplo o atendiendo llamadas de mi teléfono móvil. Desde que empezó la entrevista yo he estado presente todo el tiempo, regalándole toda mi atención ¿No lo ha notado?

Me había pillado como a un conejo bobo y si quería, de verdad, sinceridad tenía que regalarle parte de la mía.

JAVIER
Claro que lo he notado, y se lo agradezco mucho.

PABLO
Yo he llegado donde he llegado, he colocado todos mis sencillos en el TOP 40 y creo que ya van 23, trabajando de la misma forma. Nunca he estafado a nadie, ni en el estudio de grabación, ni arriba del escenario. Pero sobre todo no me he estafado a mí mismo, dejaría este negocio inmediatamente y me dedicaría a otra cosa.

Poco a poco la palabra “gentleman” que tanto había escuchado a continuación del nombre de Pablo iba perdiendo su sentido británico e iba ganando un sentido muy universal de honestidad brutal.

-Estoy presente cien por cien con usted y cuando acabe la entrevista volverá mi atención a estar al ciento por ciento con mis técnicos para las pruebas de sonido y esta noche, estaré a tope con el público que se acerque hasta esta sala. No lo olvide, practique la presencia y atención para que sus tareas se conviertan en armónicas y ligeras. Somos unos privilegiados por hacer lo que nos gusta pero a veces podemos caer en el error de olvidarlo.

JAVIER
Pablo, hábleme del viaje que han hecho sus canciones en estos más de treinta años desde las primeras dedicadas a las relaciones personales, pasando después por las inquietudes de los jóvenes para instalarte ahora en los sentimientos íntimos del ser humano.

PABLO
¿Javier?, Javier ¿Verdad? Si quiere que le siga siendo sincero tendré que decirle que yo no he sido jamás consciente de ese viaje de mis canciones que me ha mencionado desde “las relaciones personales”… ¿Hasta?


JAVIER
Hasta los sentimientos íntimos del ser humano.

PABLO
¡Eso es! Yo siempre me he visto condenadamente aburrido en ese sentido, siempre creo que he hablado de los sentimientos íntimos del ser humano porque ¿De qué otra cosa puede hablar un ser humano? Siempre hablamos de lo mismo. Somos seres humanos y nos preocupan siempre las mismas cosas desde la antigüedad. De eso hablaba siempre William Shakespeare y de eso seguimos hablamos ahora. Todo es un problema de quien lo lee, no de quien lo escribe. El que escribe lo hace insistiendo siempre en el misterio del ser humano. El problema viene de la interpretación y del entorno, hace treinta años con la revolución sexual en marcha todo eran las relaciones personales, sobre todo, de pareja.

JAVIER
Claro, eran los finales de los setenta…

PABLO
… Y veníamos de dinamitar un montón de tabúes relacionados con el sexo, la religión y la violencia. En los ochenta rompemos los uniformes y los jóvenes se apropian de mi música para no sentirse más perdidos todavía. Todo era entonces muy “after” o muy “post”. Estoy orgulloso de aquella época porque mi música llega a los jóvenes comprometidos no al adolescente atontado. Aquí Pablo sonrió por primera vez y su mirada empezaba a ser tan intensa que estaba dejando mi energía por los suelos. Sólo llevábamos diez minutos de entrevista y ya estaba yo agotado. Pablo, en cambio, parecía tener el encanto de los vampiros más seductores de la historia de la literatura y el cine pero sin su aura maligna ¿O sí? ¡Extraño! -Así que en realidad sólo he cantado y cantado de lo mismo, de los sentimientos íntimos del ser humano. Los grandes artistas, no sólo de la música, siempre han hablado de lo mismo.

JAVIER
¿Podrías utilizar alguna canción tuya como ejemplo?

PABLO
¡Por supuesto! Elígela tú ¿Cuál te ha gustado más del último disco?

JAVIER
“Mil Cosas”.

PABLO
También es mi favorita. Aparentemente habla de esas mil cosas que viajan con nosotros a todas partes y que son del todo inútiles… y que para más INRI, como decía Borges, no sabrán nunca que nos hemos ido.

JAVIER
¡Qué bueno!

PABLO
Ya pero es de Borges y no mío, aquí volvió a sonreír-… -Bueno pues esta canción, en realidad, habla de la cobardía. Todos los que tenemos y usamos la conciencia somos unos cobardes ante la injusticia y nos parapetamos en estas mil cosas para no pasar a la acción, o en otras mil cosas, el caso es que siempre aparecen mil cosas donde escondernos para no pasar a la acción. No volvió a sonreír pero la expresión de su rostro se llenó de una serenidad infinita. -Sí, somos todos unos cobardes.

JAVIER
Parece que no le dé rabia que seamos todos unos cobardes.

PABLO
No, no me da rabia porque significa que todavía tengo conciencia, pero sí que me produce un vértigo extraordinario asumir lo que supondría pasar a la acción para intentar arreglar las injusticias del mundo. Como verá todo es un problema del enfoque de quien lo lee, por eso unas épocas favorecen unas lecturas y otras épocas otras. Así funciona esto.

El tiempo de la entrevista caminaba hacia su fin y aunque Pablo no se sintiera incómodo yo sí que empecé a azorarme, no quería mirar el reloj como un periodista inexperto.

JAVIER
Hemos empezado la entrevista hablando del concepto de conexión en la vida y en el arte, hemos repasado la temática de sus canciones desde las relaciones personales, pasando por las inquietudes juveniles para llegar a los sentimientos íntimos del ser humano. ¿Qué espera de su música en el futuro?

PABLO
Espero –si el cambio climático y las crisis financieras lo permiten- un verdadero despertar de las conciencias en el arte. ¿Sabe por qué?

JAVIER
No, pero me temo que usted tiene una teoría.


PABLO
No, es una certeza. Mire, el arte siempre ha ido a contracorriente y siempre ha llegado donde no lo ha hecho la vida. ¿Qué nos ofrece la vida? ¿Una mirada y un pensamiento globalizado único? Pues el arte rompe esta fórmula y busca la individualidad de la conciencia despierta, aunque el peaje sea carísimo, como ya hemos percibido al vernos como cobardes frente a las injusticias del mundo. ¿Que el mundo genera un ruido insoportable? Pues que mi música genere silencios que se enfrenten, cara a cara, a esos ruidos molestos. Que el arte nade a contracorriente para generar espacios para la reflexión aunque parezca que ya no está de moda. ¿Sabe que soy de los pocos artistas que todavía publican en formato CD y vinilo? Es mi forma de decirle basta al mercado de los actuales MP3 y MP4 donde la música está grabada a un volumen tan alto que no se distingue ya nada de nada. Esta es la receta de mi éxito, silencio, reflexión y canciones bien hechas frente a la corriente que nos invade. A contracorriente amigo, de lo contrario no lo llamemos arte. Cuidado con esos falsos artistas que en pos de no sé qué modernidad generan más de lo mismo al mundo, es decir, ruido, irreflexión y pensamiento único. ¿Qué le parece?, ¿Cree que tiene suficiente material para su crónica? Era inaudito pero se había detenido justo en el minuto veinte, aunque uno tuviera la sensación de haber estado más tiempo. La presencia de Pablo era tan intensa que veinte minutos con él podían ser dos horas al lado de cualquier otro mequetrefe. Acabé la entrevista agotado, nos despedimos hasta la noche, hasta la hora del concierto y desaparecí otra vez por el pasillo de evacuación de la sala. Mientras caminaba por el angosto corredor pude escuchar a Pablo retomar sus pruebas de sonido. Yo, mientras, ya estaba pensando en la manera de burlar los servicios de seguridad de Agustín para esa noche. Tenía ahora, tras la entrevista, más interés que nunca por saber qué quería hacer Pablo en la sala porque, desde luego, no daba el perfil para montar una orgía o una timba de póquer.
Sigo repasando notas de aquella noche: Sala llena y entregada; Pablo regaló un concierto de más de dos horas incluyendo dos bises; atacó el último disco con unos arreglos muy bien hechos; acabó el concierto y tal como aseguró Pablo en la entrevista, aquella noche hubo magia en la sala, perdón, conexión. La anécdota llegó en “Mil Cosas” porque me la dedicó, no le he dicho a nadie que lloré. Aquella noche recuperé el sabor de los primeros conciertos a los que asistí muchos años antes de ser crítico musical, cuando cada concierto era una aventura. No quiero perder tiempo en lo que fue el concierto en sí, el que quiera saber más sobre aquel recital puede encontrar todavía la crónica en mi blog javimusicaelpais.blog.es y buscarlo por el titular que como ya habréis acertado a adivinar titulé; “mil cosas”. Lo que sí voy a contar aquí hoy como he prometido al arrancar mi relato es lo que sucedió después del concierto ¿Que por qué lo cuento ahora? Supongo que porque se lo merece Pablo, para mí uno de los mejores músicos de la historia del Rock&Roll, se merece que la gente sepa lo que cuesta llegar hasta ahí y mantenerse más de treinta años… El público se marchó enardecido y desde mi escondite, en el pasillo de evacuación de emergencia, pude ver también la parte más prosaica del arte; Agustín pagando con un talón a Pablo. Se despidieron afectuosamente con un “hasta la próxima”. Después llegaron los dos técnicos de Pablo y, tras saludarse, discutieron diferentes aspectos del concierto, algún fallo de sonido. Lo que me quedó claro, porque yo no llegué a escuchar la conversación, es que Pablo es un artista muy exigente. Los dos técnicos inmediatamente después estaban tirando mangueras, de nuevo, hasta que el escenario quedó en perfecto orden, justo igual que al principio de la noche, sí, como al principio del concierto porque no sé si me creerán pero en cuanto Pablo dio su visto bueno y los técnicos desaparecieron, se dirigió a solas al centro del escenario, donde todo estaba preparado, y comenzó, a solas y de nuevo, el concierto. Una por una Pablo fue desgranando todas y cada una de las canciones que había interpretado minutos antes ante una sala entregada. El repertorio sonó entero hasta el final, incluidos bises. Él solo. Genial.

Hoy aquí en Nueva York, no lo hemos hablado jamás, tengo la sensación de que siempre supo que yo estaba en el pasillo y que no le importó, es más de que me lo dedicó, pero esa es otra historia. Desde aquel día entablamos una gran amistad que ha durado hasta hoy y hasta aquí. He venido a la ciudad de los rascacielos, no para cubrir el acústico que está a punto de arrancar para todo el mundo en la MTV, sino por el puro placer de ver a Pablo acariciar la cumbre, otra vez, después de treinta años. ¡Ah! vengo invitado por él.

Este ha sido mi homenaje.

viernes, 24 de octubre de 2008

todorov





Gracias Señor Todorov, gracias amigo extranjero.
Premio Príncipe de Asturias. Este es su discurso de agradecimiento.

Antes de la época contemporánea, el mundo jamás había sido escenario de una circulación tan intensa de los pueblos que lo habitan, ni de tantos encuentros entre ciudadanos de países diferentes. Las razones de tales movimientos de pueblos e individuos son múltiples. La celeridad de las comunicaciones incrementa el prestigio de los artistas y de los sabios, de los deportistas y de los militantes por la paz y la justicia, poniéndolos al alcance de los hombres de todos los continentes. La actual rapidez y facilidad de los viajes invita hoy a los habitantes de los países ricos a practicar un turismo de masas. La globalización de la economía, por su parte, obliga a sus elites a estar presentes en todos los rincones del planeta y a los obreros a desplazarse allá donde puedan encontrar trabajo. La población de los países pobres intenta por todos los medios acceder a lo que considera el paraíso de los países industrializados, en busca de unas condiciones de vida dignas. Otros huyen de la violencia que asola sus países: guerras, dictaduras, persecuciones, actos terroristas. A todas esas razones que motivan los desplazamientos de las poblaciones se han sumado, desde hace algunos años, los efectos del calentamiento climático, de las sequías y de los ciclones que este conlleva. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, por cada centímetro de elevación del nivel de los océanos, habrá un millón de desplazados en el mundo. El siglo XXI se presenta como aquel en el que numerosos hombres y mujeres deberán abandonar su país de origen y adoptar, provisional o permanentemente, el estatus de extranjero. Todos los países establecen diferencias entre sus ciudadanos y aquellos que no lo son, es decir, justamente, los extranjeros. No gozan de los mismos derechos, ni tienen los mismos deberes. Los extranjeros tienen el deber de someterse a las leyes del país en el que viven, aunque no participen en la gestión del mismo. Las leyes, por otra parte, no lo dicen todo: en el marco que definen, caben los miles de actos y gestos cotidianos que determinan el sabor que va a tener la existencia. Los habitantes de un país siempre tratarán a sus allegados con más atención y amor que a los desconocidos. Sin embargo, estos no dejan de ser hombres y mujeres como los demás. Les alientan las mismas ambiciones y padecen las mismas carencias; sólo que, en mayor medida que los primeros, son presa del desamparo y nos lanzan llamadas de auxilio. Esto nos atañe a todos, porque el extranjero no sólo es el otro, nosotros mismos lo fuimos o lo seremos, ayer o mañana, al albur de un destino incierto: cada uno de nosotros es un extranjero en potencia.Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización. Los bárbaros son los que consideran que los otros, porque no se parecen a ellos, pertenecen a una humanidad inferior y merecen ser tratados con desprecio o condescendencia. Ser civilizado no significa haber cursado estudios superiores o haber leído muchos libros, o poseer una gran sabiduría: todos sabemos que ciertos individuos de esas características fueron capaces de cometer actos de absoluta perfecta barbarie. Ser civilizado significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos a los nuestros; saber ponerse en su lugar y mirarnos a nosotros mismos como desde fuera. Nadie es definitivamente bárbaro o civilizado y cada cual es responsable de sus actos. Pero nosotros, que hoy recibimos este gran honor, tenemos la responsabilidad de dar un paso hacia un poco más de civilización.

jueves, 23 de octubre de 2008

libertad de prensa





La corrupción y ETA lastran la libertad de prensa
M. RUIZ DEL ÁRBOL - Madrid - 23/10/2008

EL PAÍS

España ha bajado del puesto 33º al 36º en la lista sobre libertad de prensa que elabora anualmente Reporteros sin Fronteras (RSF). Junto con Italia, Francia y Grecia es uno de los pocos países europeos con democracias consolidadas que no están entre los más libres de los 173 de la lista y ha descendido en sus posiciones.
La ruptura de la tregua de ETA está entre los principales motivos del descenso de España. "Sólo en el País Vasco hay 42 periodistas con escolta y no podemos olvidar el atentado el pasado junio contra la rotativa del diario El Correo", se lamenta la presidenta de RSF en España, María Dolores Masana. Pero no es el único motivo. Ejercer esta profesión en las provincias aquejadas por la corrupción urbanística es peligroso. El director de la web noticiasdemurcia.es, Chema Gil, fue amenazado de muerte y agredido mientras circulaba con su coche. Investigaba la corrupción del ladrillo. El informe menciona también la sentencia contra la revista El Jueves por publicar una viñeta de los Príncipes de Asturias practicando sexo. O el boicoteo al Grupo PRISA, empresa editora de EL PAÍS, declarado por el PP en marzo de 2007. Al comunicar la ruptura de relaciones con este grupo, el principal partido de la oposición se dirigió "de manera muy especial a los accionistas, anunciantes y clientes" de PRISA.
"Es común en España y Europa que las informaciones se resientan por presiones ejercidas desde el mundo político y el empresarial", dice el informe. El 50% de periodistas, bloggers y directores aseguran que se han autocensurado.

Elías Querejeta


Dicen de la prensa que será la literatura del siglo XXI. Yo jamás comulgaré con ese tipo de afirmaciones porque no hace falta, porque está muy bien como está ahora, es decir, la prensa, prensa y la literatura, literatura. Pero también es verdad que las fronteras se difuminan en determinados casos y aunque en el caso que sigue, nuestro protagonista ni sea periodista, ni sea escritor, es verdad que uno no sabría distinguir. Bendito sea este productor de cine porque le sientan fatal las etiquetas y porque, por lor lo visto, todo lo hace bien.



La crisis
ELÍAS QUEREJETA 23/10/2008


Un amigo de toda la vida me lo contó con precisión hace ya unos cuantos años. Para su padre el cine era una pasión y además su forma de vida. Y, al parecer, muchas veces, al llegar a casa hablaba de su trabajo y, según recuerda mi amigo, la pasión daba sentido y gracia a sus palabras. Y, también, una forma de preocupación que, aquel hombre al que nunca conocí, trataba, según cuenta mi amigo, de ocultar.
Un día, la pregunta me surgió como una necesidad: ¿por qué?, ¿por qué ocultaba su preocupación por el cine? Mi amigo tardó en contestarme. Al fin, me miró de soslayo y dijo: "Mi padre no quería transmitirme su malestar"... Y calló. Yo no pude contener una nueva y simple pregunta: ¿Por qué? Le daba miedo contagiarme. Volví a preguntar: ¿por qué? Entonces, mi amigo cruzó su decidida mirada con la mía. Sus palabras fueron rotundas: el cine estaba en crisis... no... más bien es una crisis insuperable. Mientras hablaba, mi amigo dio unos pasos. Se alejó de mí. Y, de pronto, giró la cabeza y volvió a cruzar su mirada con la mía. Desde entonces, la palabra crisis unida a la de cine (o sea, cine en crisis) me ha perseguido a lo largo de toda mi vida.
Poco después conseguí romper el silencio y pregunté: ¿Pero no crees que ahora la crisis es real y tal vez definitiva? Mi amigo volvió, decidido, a su caminar. Se alejó, y cuando ya la distancia entre los dos era como de 20 metros giró y lentamente se fue acercando. Antes de llegar cerca de mí levantó la voz: "Ninguna crisis es insuperable si se analizan bien los elementos que la contienen. En este momento es muy claro que las nuevas tecnologías han supuesto una sustancial modificación en la forma de realizar cine y en la manera de contemplarlo. En poco más de un siglo las variaciones que se han producido en la forma de hacer y ver cine han sido constantes. Tal vez, por eso, mi padre tenía razón cuando decía que la crisis no se detiene. Pero esas modificaciones han supuesto que el cine, como forma de expresión, ha cobrado un mayor significado dentro del desarrollo cultural. Hoy, las nuevas tecnologías abren más posibilidades a la narración cinematográfica. Nuevas cámaras, nuevos soportes, nuevas pantallas. De tal modo que hoy estamos casi tan cerca de poder narrar a través de una pantalla como de un libro. Y con una particularidad. Hoy se ve más cine que nunca, pero en pantallas muy diversas y llenas de piratería. Todo ello nos conduce a una crisis profunda. Pero si sabemos ordenar y potenciar los elementos que configuran la crisis, el cine adquirirá una potencia económica y cultural muy superior a la que hasta ahora ha tenido". Mi amigo me mira. Casi rompe a reír. Estira con rapidez su brazo y su puño izquierdo cruza mi mandíbula como una forma de caricia. Una manera de acabar nuestras conversaciones.
Mi amigo se llama Tedy Villalba. Y no está en crisis.

Elías Querejeta, productor de cine, recibirá mañana en Valladolid la Espiga de Honor de la Seminci como homenaje a toda su carrera.

Santiago Auserón


Aquí tenéis esta tribuna de BABELIA fechada el 20 de septiembre de 2008. Me parece una joya por parte de uno de los músicos -Santiago Auserón- menos reconocido de este extraño país. Me parece que para no ser escritor -insisto- es una joyita.


TRIBUNA: Santiago Auserón
Canciones que todavía no existen
Santiago Auserón 20/09/2008


Con la última década del pasado siglo, la sociedad española iniciaba un giro de signo muy distinto a los cambios que durante la transición permitieron llenar el aire de nuevas canciones. Las marcas comerciales se adueñaban del deseo de ser o parecer rockero, mientras el poder orientaba con deliberación sus consignas hacia la pasión por el deporte. Toda una generación de deportistas españoles sube hoy a lo más alto del podio, el deporte se ha convertido en gran empresa pública. Las canciones entretanto han perdido todo afán de originalidad, forzadas por el cálculo de audiencia en los medios. Los jóvenes hacen cola para probar el estrellato, listos para soportar cualquier humillación, siempre y cuando sea ante las cámaras, con la bendición de sus padres. Los concursos televisivos de canto proliferan, mientras el repertorio se limita a la repetición estéril. La pasión por el deporte -el amor popular a sus ídolos quemados en pocos años- y la banalización comercial de las canciones parecen responder a un mismo patrón ético que no resulta ser ni musical ni deportivo. En la Grecia antigua la música compartía con la educación física la responsabilidad de formar buenos ciudadanos. ¿En manos de qué oscuro sentido del bien común han cedido una y otra sus valores?
Los adolescentes intentan escribir nuevas canciones, pero la sociedad mediática les da la espalda, atenta sólo al estribillo conocido. El público educado por el rock envejece llenando festivales de jazz. La música de improvisación se ha hecho merecedora de reconocimiento por aunar la tradición afroamericana con el flamenco, pero necesita nuevas canciones para no repetir siempre la misma copla. Una buena canción no nace del talento solitario, sino de una trama de implícitos renovados por el ingenio popular, cuando se opone al chiste recurrente. La canción pone en juego una modalidad de inteligencia que pocas veces se desarrolla en las aulas, nunca entre los que especulan con el suelo o la audiencia pública. Estamos ante un serio problema educativo. La excusa para frenar la cultura heredada de los sesenta es la supuesta tendencia de los jóvenes a confundir música y vicio. Suposición errónea, si atendemos a la generalización de la corrupción en otras capas de la sociedad. La cultura del rendimiento forzoso se parece mucho al uso de estímulos artificiales. Lo que se teme de los jóvenes no es tanto la formación de malos hábitos, más propios de los adultos, sino la capacidad de concebir algún valor que no se reduzca a mercancía. La educación musical no solamente influye en el sentido de las proporciones, como decían los antiguos griegos, sino que nos convierte en testigos y artífices de vínculos que ningún programa político recoge. Sin buenas canciones los especuladores triunfan, pero los deportistas no saben qué entonar en sus celebraciones. Los humoristas se ponen pesados, las artes y las letras se quedan sin un aliado imprescindible. Los políticos imponen su visión restringida de lenguas y naciones, la sociedad entera sufre una carencia de aire fresco, de ganas de inventarse.
¿Se imaginan un país en el que se pusiera de moda renunciar a toda forma de beneficio poco honesto, donde el machismo no se cobrase una sola víctima, donde las diversas comunidades y lenguas se exigiesen unas a otras lo mejor de sí mismas, en vez de replegarse sobre un sacrosanto simulacro de identidad? Ese país sólo existe en las canciones. En las canciones que todavía no existen. Pero es el único que reconozco como propio.
Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) es cantante y escritor de canciones.